Cuando empecé a ver Jojo Rabbit (2019), del neozelandés Taika Waititi, me pregunté a mí mismo: ¿cuál es la intención detrás de esta película? No se me hacía normal ver una en la cual el hazmerreír sea Adolfo Hitler, asesino, predicador de virtudes inexistentes y supuestamente exclusivas de la raza aria, instaurador del nazismo en Alemania y culpable de la muerte de cientos de miles de judíos en los campos de concentración.
Sin embargo, en el cine, hay una categoría de los premios Oscar que se llama Mejor guion adaptado, que es el reconocimiento que recibe aquella película cuya inspiración proviene de otros productos culturales (en este caso el libro El cielo enjaulado de Christine Leunes). Jojo Rabbit ganó este premio en la última edición de los Oscar, quizás por intentar reescribir la Historia Universal a través de una sátira que se aleja bastante de las cintas bélicas y que nos bombardea de mensajes con su guion y sus pocos personajes que más destacan.
¿Por qué un director quisiera representar a un Hitler bueno? Cuando el pequeño Johannes Betzler (10) asiste a las Juventudes hitlerianas, no se imagina lo que ocurre dentro de su casa: su madre lucha contra los nazis de forma oculta y esconde en su ático a una adolescente judía. Entonces, el pequeño Jojo tiene en su imaginario a un Hitler tonto que lo dota de valentía permanentemente, y que nos permite reconocer diversos significantes al interior del guion.
Quizás el más saltante es la relación que tiene con la menor judía. Jojo primero le guarda cierto rencor porque está obsesionado en cazar judíos. Sin embargo, se da cuenta que, al revelar la existencia de este personaje, pone en riesgo a su madre, por haberla ocultado. Es ahí donde, entre líneas, entendemos como el nazismo recortó las libertades de arios y judíos sin discriminación alguna.
También entendemos que el amor es un aspecto fundamental en esta historia. Jojo tiene sentimientos encontrados por ella, se enamora, “siente mariposas en el estómago”, y le miente con la finalidad de generar en ella diversas reacciones a su favor. Estas mentiras guardan, en el fondo, un miedo por la soledad, que se refuerza al final de la cinta, en donde, terminada la guerra, lo único que queda es bailar como sinónimo de libertad.
Yorki podría ser el significante de lo que se llama amistad. Él es el amigo de Jojo y logra vincularse directamente a las Juventudes. No obstante, pese a que participa activamente de la guerra, este niño le da mensajes claves a Jojo que demuestran lo vacío del pensamiento nazi. “Hay cosas más importantes que preocuparse por los judíos”, le dice en una de las escenas, intentando -en uno de los tantos diálogos que tienen- humanizar y romper los estigmas creados por Hitler alrededor de esta comunidad.
Quizás Waititi, con Jojo Rabbit (y su actuación de Hitler), no solo intenta reescribir la historia que no tuvimos, sino también hacernos notar que existen cosas más importantes que cualquier guerra -interna o externa- que nos toque lidiar.