Revista Brújula #93 Generación PUCP
21/07/2022

Horacio Ramos nos habla de su investigación ganadora de la beca MoMA y su interés por los museos

Su estudio se centra en las tejedoras de Chincheros, en donde el trabajo hecho por la mano de mujeres peruanas es considerado patrimonio histórico y cultural. El trabajo será financiado por el Moma tras una selección de nuevas investigaciones centradas en las artes de América Latina.

Horacio Ramos, egresado de la carrera de Filosofía e Historia del Arte y ganador de la Beca de la Colección Latinoamericana del Museo de Arte Moderno (MoMa) de Nueva York, nos habla con carisma sobre su formación académica, su visión cautivada por museos y el propósito de su investigación seleccionada. Su estudio se centra en las tejedoras de Chincheros, en donde el trabajo hecho por la mano de mujeres peruanas es considerado patrimonio histórico y cultural. El trabajo será financiado por el MoMA tras una selección de nuevas investigaciones centradas en las artes de América Latina. 

¿Cómo fue que decidiste hacer una investigación sobre la tejedora quechua Nilda Callañaupa y al Centro de Textiles Tradicionales del Cusco?

Nilda Callañaupa es una tejedora nacida en Chincheros que se identifica como quechua. Ella tuvo la experiencia de participar en unos talleres de textiles organizados por investigadores estadounidenses en Cusco y es así como decide hacer sus propios talleres con vecinas y amigas. Ya no para un fin turístico, sino para identificar los patrones textiles y las técnicas que utilizaron sus antepasados. 

Con un financiamiento estadounidense consigue fundar el Centro de Textiles Tradicionales del Cusco y ese espacio digitaliza, fotografía, reproduce y estudia textiles andinos. Sin embargo, el lapso de tiempo entre la organización de mujeres que se forma por Nilda y la fundación del centro textil no ha sido estudiada. En otras palabras, investigaré lo que no se ha documentado sobre la vida colectiva de las tejedoras, los primeros textiles que ellas produjeron, cómo hicieron ellas mismas las investigaciones ni de esa vida social e identitaria que las llevó a sentirse orgullosas de ser mujeres tejedoras quechuas.

¿Cómo fue el proceso para participar en la Beca del MoMa?

Una vez que inicié mi doctorado, me fui integrando poco a poco en una red de contactos entre profesores y colegas. Yo fui nominado por una persona que conocí en un simposio para enviar una propuesta al Museo de Arte Moderno (MoMa) con un proyecto de investigación que quiero desarrollar. En particular, gracias a mi tema de investigación de tesis doctoral tenía un previo interés por prácticas artísticas populares o folclóricas y cómo esas permiten que las personas adopten sentido de identidad cultural. 

¿Cómo así llegaste al extranjero? 

Después de sustentar mi tesis de maestría, me quedé tres años en Lima asistiendo proyectos curatoriales; es decir, las múltiples gestiones que existen para abrir y terminar una exposición. Como historiador del arte, dentro del campo laboral no había muchos espacios para enseñar, entonces en las exhibiciones sí había muchas más opciones. No obstante, como buen filósofo de profesión que le gusta sentarse a leer y escribir decidí continuar con un doctorado en Estados Unidos.

De acuerdo a tu experiencia, tuviste una inclinación por trabajar en museos ¿Qué es lo que más te atrae de este espacio?

Tuve la gran suerte y privilegio de conocer a Natalia Majluf como profesora en la PUCP de mi maestría, en ese entonces era la directora del Museo Arte de Lima (MALI). Ella sembró la semillita de conectar cualquier conversación académica teórica con algún objeto artístico puntual, ya que su formación y visión es siempre la del museo. Luego de ser mi profesora, me llama para que asista a una serie de proyectos en el MALI y esa experiencia marcó mi desarrollo profesional tanto como personal. Implicó sacar el pie de un aula y de los libros para tener que dialogar constantemente con catalogación de objetos, visita colecciones, diseño de galería y distribución de piezas. Entonces, esa heterogeneidad de actividades fue lo que me emocionó y me abrió los ojos a la posibilidad de combinar varias capacidades.

¿Cómo se complementa tu formación en filosofía con la carrera de Historia del Arte?

La filosofía me ayuda a ver la imagen macro. Muchos profesionales en historia del arte y museos se enfocan mucho en la minuciosidad, pero la filosofía me ayuda a observar cómo el detalle se vincula a un asunto cultural, social o político. Es como un ejercicio mental de conectar algo pequeño con algo más grande para apreciar un mejor panorama. Por ejemplo, estamos viendo una pintura en particular y de pronto mi mente se pregunta ¿Cómo esto se vincula con formación de identidad? En la maestría de Historia del Arte aprendí sobre el trabajo minucioso y detallista, eso fue algo que complementó mi base de pregrado porque la filosofía es más abstracta.

¿Cuál es el mayor aporte que te dio la PUCP en tu vida profesional?

Hice la licenciatura y la maestría en la PUCP. Estudié filosofía y sin duda la facultad de humanidades es un espacio que forma a gente con ideas, sentido crítico y ayuda social. Diría que me aportó en tres niveles:  buen contenido, curiosidad intelectual y redes de contacto. 

Carnet PUCP

Recuerdos de la universidad: Sin duda, todos los momentos que pasaba en el patio ubicado al centro del pabellón de Humanidades donde la vida social continuaba después de las clases. 

Profes favoritos: En pregrado, la profesora Kathia Hanza fue una inspiración y, en posgrado, Natalia Majluf quien definió mi visión. 

Lugar favorito en la U:  Todos los pastos y áreas verdes para pasar el rato.


 

Esta entrevista con Horacio Ramos es parte de Brújula N°93, la revista de los #egresadosPUCP.