Brújula Noticias #78 Año 9-2020 Tema Central
30/11/2020

Ricardo Blume y la creación del TUC

A pocas semanas de la lamentable partida del reconocido actor Ricardo Blume, recordaremos los inicios de la Escuela de Teatro de la Universidad Católica (TUC), la cual fundó en 1961 y en la que se encargó de formar a muchas generaciones de grandes actores peruanos. Además, veremos el gran legado que ha dejado en el mundo artístico del Perú gracias al profesionalismo y valores que inculcó en todos sus alumnos y compañeros de trabajo.

En el año 1961, unos jóvenes del TEPUC (Teatro de Ensayo de la PUCP) se encontraban en la búsqueda de un director. Por ello, Silvio de Ferrari y Violeta Cáceres fueron a hablar con el monseñor Fidel Tubino, para pedirles que contrataran un director. Él aceptó y les pidió que ellos mismos se encargaran de buscar a la persona indicada.

La idea inicial era contratar al ingeniero Ricardo Roca Rey, un gran director de la época y profundamente respetado en el medio artístico de nuestro país. Pero, en ese momento él no tenía el tiempo necesario para desempeñar esa tarea, por lo que terminó recomendando a un joven Ricardo Blume.

Antes de asumir este cargo, Blume viajó a España en 1956 para estudiar en la Real y Superior Escuela de Arte Dramático de Madrid. En ese país se quedó durante cuatro años, donde trabajó como actor profesional. En 1960, él decide regresar al Perú, donde de inmediato lo contrataron como actor en la televisión.

Fue mientras que trabaja en la televisión que en junio de 1961 se reúne en la Plaza Francia con Silvio De Ferrari, Violeta Cáceres y el padre Gerardo Alarco; representantes y asesor del TEPUC. Fue así que acordaron que las clases empezarían el 22 de junio de ese año, en la que se haría una convocatoria de todos los interesados en integrar este grupo teatral. Posteriormente, Blume propuso cambiarle el nombre al grupo y llamarlo Teatro de la Universidad Católica (TUC). Fue así que nació esta mítica escuela que formó a cientos de actores peruanos.

“El origen del TUC es en el fondo el feliz encuentro del entusiasmo de un grupo de estudiantes de la Universidad Católica por hacer teatro, con la pasión de un joven actor que parecía querer cambiar su país y el mundo desde un pequeño escenario universitario” (Fuente: PuntoEdu), fue así como definió Blume el momento histórico de la creación de esta mítica escuela que hoy, después de largos 59 años, sigue vigente como la Especialidad de Teatro de la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP, donde se sigue formando a miles de jóvenes bajo la esencia y mística que el maestro Blume siempre inculcó en todos sus alumnos.

Jorge Chiarella, perteneciente a la primera generación de alumnos formados en el TUC y testigo presencial de su fundación, nos cuenta cómo conoció a Ricardo Blume y sus primeras enseñanzas al mando del grupo. “Él no dijo que lo primero que íbamos a aprender era a hacer teatro clásico, porque no puede haber una vanguardia sino hay una retaguardia. Era como nacer de nuevo, él nos enseñó a hablar, a desplazarnos en el escenario, a sentir las cosas y a vivir los personajes”, expresa.

“Recuerdo que al principio éramos muchas personas las que ingresaron a este grupo de teatro, pero al final solo quedamos 15 con las que realizamos las dos primeras obras teatrales que presentamos como el grupo oficial del TUC”, añade.

Él nos cuenta que en sus inicios no tenían un lugar definido para realizar sus ensayos, pero como el grupo cada vez presentaba más obras, la PUCP decidió otorgarles un espacio propio. “Con el tiempo, nos dieron un local propio para la escuela en jirón Camaná, a media cuadra de la Plaza Francia. Era una casa prácticamente abandonada que tenía una especie de auditorio pequeño que utilizabamos como sala para presentar nuestras obras. Lo primero que hizo Ricardo es mandarnos a todos a arreglar, pintar y barrer este espacio”, recuerda.

La calidad de las obras que se presentaban y de los actores que participaban era tan buena, que el TUC comenzó a hacerse de un gran prestigio en el medio artístico, lo que llevó a que muchas personas ajenas a la Universidad quieran ingresar a esta escuela, tal y como nos lo comenta Chiarella. “Había mucha gente que no estudiaba en la PUCP, que querían entrar a la escuela solo a estudiar teatro, pero no se podía porque en esa época solo era para alumnos. Incluso muchos postularon a una carrera universitaria solo para poder ingresar al TUC”, expresa.

Además, él comenta que la gran disciplina y pasión que tuvo Blume por el teatro y que inculcó siempre en todos sus alumnos y compañeros, han permitido que se tenga una imagen más profesional de esta disciplina. “Su principal legado fue defender la profesión del teatro, la cual ha sido vapuleado durante mucho tiempo. Él ha ayudado a que hoy en día se mire al teatro como una profesión digna y respetable que permite que seamos mejores personas y que seamos sensibles socialmente. Ricardo ha influido mucho para que se dignifique esta profesión. Gracias a eso, ahora la PUCP ofrece el Teatro como una carrera universitaria”, afirma.

Celeste Viale, quien fue directora del TUC y formó parte de la última promoción a la que le enseñó Ricardo Blume, nos cuenta cuáles eran los lineamientos y filosofía que implementó Blume en el el TUC desde sus inicios y que se mantuvo a lo largo de la historia de la escuela. “En primer lugar la disciplina. En asumir el trabajo del actor basado en la ética, el respeto y la responsabilidad. Además, él nos enseñó que siempre se debía de trabajar de manera colectiva con humildad y con rigurosidad”, señala.

Ese mensaje que siempre le inculcó a sus alumnos, es el legado que caracterizó al TUC y que seguirá presente en la formación de las nuevas generaciones de actores. “Esa esencia y principios que nos inculcó Ricardo es la que trate de mantener cuando fui directora del TUC y la que seguiremos tratando de continuar todos los que compartieron con él a través de la formación de nuestros propios alumnos”, expresa.

Finalmente, ella comenta que Ricardo seguirá siendo un ejemplo para los más jóvenes, ya que él siempre fue una persona respetada a nivel nacional e internacional, no solo por su capacidad profesional, sino por su ejemplo de vida. “Lo que aprendí con Ricardo fueron principios tan sólidos que me han servido en los distintos ámbitos en los que he trabajado. No había una dicotomía entre su discurso y su actuar. Eso me parece que es un gran legado que ha dejado. Siempre nos recalcó que el ser disciplinados, persistentes y buscar que aprender constantemente podía ser más importante incluso que el ser talentoso”, afirma.

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