El Dr. Luis Chirinos, especialista en Gestión Ambiental, nos explica cuáles son los efectos positivos que ha generado la pandemia del coronavirus en el medio ambiente de nuestro país.
La priorización del cuidado de la salud, en cerca de 200 países, frente a la pandemia redujo
notablemente las actividades sociales y económicas que atendían nuestras necesidades para alcanzar calidad de vida.
El aprovechamiento de una serie de recursos, su transformación en base a procesos tecnológicos, así como los servicios involucrados, generan subproductos que causan impactos ambientales en la calidad de aire, agua y suelo. Sin embargo, bajo la inmovilización social, los niveles de contaminación han evolucionado de forma positiva a nivel mundial.
En un primer momento, todos aceptamos que los procesos de degradación del sistema natural eliminan gran parte de los contaminantes, reduciéndolos a formas simples para integrarse al sistema natural. En la medida en que los contaminantes se incrementaban en el marco de una economía de carbono, la capacidad de degradación del sistema natural no se mostraba tan efectiva ni eficiente frente a la cantidad de contaminantes liberados, así como ante la presencia de contaminantes químicamente inertes, generando una escalada de impactos ambientales de variada tipología, que alteraba de forma negativa la calidad ambiental de los ecosistemas; y todos aceptando que este es el costo de nuestro desarrollo.
Sin embargo, los reportes ambientales a nivel internacional y nacional, con la evolución de los principales indicadores de la calidad ambiental de los ecosistemas urbanos, vienen presentando significativas reducciones durante este periodo. Este sería el caso de la calidad de aire de Lima Metropolitana, una gran conurbación con cerca de 10 millones de habitantes, y donde el sector transporte e industrial son los principales responsables de la contaminación atmosférica.
De acuerdo con los registros del SENAMHI, (marzo de 2020), las concentraciones de PM10, PM2.5, NO2, y CO alcanzaron registros por debajo del estándar de calidad ambiental, reduciendo sus impactos en la salud. Otros efectos positivos se ven también en la calidad de agua de los ríos, que dejaron de ser los sumideros de efluentes industriales, paisajes naturales ocupados con aves migratorias, niveles de ruido apropiados y reducción de los residuos sólidos dispersos en la ciudad; sin lugar a dudas, algo que contribuye de manera significativa con la calidad de vida que todos buscamos; pero esta recuperación ambiental no planificada significó un golpe devastador para todos nosotros.
No cabe ninguna duda que esta mejora es pasajera, y que los niveles de contaminación se recuperarán en la medida en que recobremos nuestra capacidad plena de trabajo. Sin embargo, esta es una gran oportunidad para reformular nuestras actividades sobre la base de la eco-eficiencia, acompañada de acciones en el marco de una cultura de cuidado y preservación de nuestro ambiente.
Ambos elementos son claves para encaminar nuestras actividades hacía la sostenibilidad, que en un primer momento será bastante duro porque ello significa abandonar un estilo de vida a través de acciones traumáticas, como las tomadas para enfrentar la pandemia; pero en la medida que se desarrollen acciones pensadas y planificadas bajo los principios de la sostenibilidad, podremos transitar sin sobresaltos hasta alcanzar resultados positivos, compatibilizando nuestro bienestar con las mejoras ambientales. De esta manera tendremos una oportunidad que no debemos dejar pasar porque redundará en nuestro beneficio y el del ambiente.