Comunidades en el extranjero
20/07/2020

Sobreviviendo al apagón cultural y sus lecciones

A finales de enero muchos habíamos escuchado del virus e incluso recuerdo a mi exjefa evitar darme abrazos, que de por sí en Alemania no es práctica común. Ella, sin saber que después pertenecería al grupo de riesgo, ya había comenzado a tomar precauciones. Sin embargo, yo planeé mi semestre lleno de prácticas relacionadas con producción para festivales, museos y producción audiovisual internacional. El apagón en el sector cultural empezaría a sentirlo recién en el tercer mes del año.

El día viernes 13 de marzo camino a las prácticas para el festival de teatro de marionetas FIDENA, me llegó el primer mensaje de cambios y cancelaciones que mis planes en el sector cultura estaría atravesando. El texto era escueto, pedía quedarme en casa y dejaba el futuro de festival incierto.

Ahora todos nos enfrentábamos a la paralización de nuestras actividades artísticas, como ya había ocurrido en Baviera. Asimismo, muchos amigos vieron sus proyectos de danza y teatro cancelados repentinamente. La celebración por el día de la mujer, que tenía proyectado un mes de actividades, canceló todo. Me recordó a los apagones de mi infancia en los noventa, donde poco a poco se iba la luz por zonas hasta que llegaba a mi casa.

Entre abril y marzo surgieron muchas alternativas online para los proyectos que ya se habían planificado. Mi vecina convirtió su obra de teatro en un streaming de videos preeditados y actividades online con los espectadores. De manera similar hicieron varios festivales de cine e incluso un colega de Literaura de la PUCP.

Glauconar Yue había pasado ya un par de años contactando editoriales, visitando ferias de libro y convenciones para conocer el entorno y los lectores. Finalmente tenía un calendario para publicar su novela “Das Herz des Zahnradmädchens” a mediados de mayo y un calendario de presentación en ferias a lo largo del año. Todo cambió en el momento que se canceló la feria del libro de Leipzig, un evento no solo masivo sino también crucial para autores, editoriales y lectores. El sector literario se reinventó para ofrecer streamings grupales y vender libros por correo. Yue, antes de esperar la fecha incierta en la que volviera a hacerse posible una presentación física, convirtió su plan en una serie de lecturas online. La ventaja fue que así se pudieron juntar los públicos de Alemania y Perú.

Los políticos de Alemania comprendieron que la pandemia era un golpe mortal para la cultura e hicieron promesas, pero no alcanzaron a todxs. Quienes no podíamos demostrar haber ganado de nuestro arte antes o estábamos estudiando, no recibimos nada. Con solidaridad hemos podido subsistir hasta integrarnos al sistema de jornadas laborales “normales”.

Nos queda claro que este concepto de normalidad siempre ha sido el problema, y que necesitamos un sistema nuevo que garantice estabilidad. ¿Quién habría sobrevivido a la pandemia sin libros, música y videos? Somos trabajadores esenciales, y la solución es, como tantas cosas durante esta pandemia, tarea de todxs, como sociedad, como cultura.