En estos días de cuarentena obligatoria muchos hemos “digitalizado” algunas de nuestras actividades diarias. Como sociedad, ya éramos dependientes de Internet y sus servicios para el día a día, pero hoy hemos pasado a vivir una situación sin precedentes.
En una primera ola, al preguntarnos qué hacer sin movernos de casa, nos volcamos a las plataformas de entretenimiento. Grandes empresas de entretenimiento como Netflix, Youtube, plataformas de juego, entre otras, empezaron a tener un uso mucho mayor al que podían haber previsto para varios años en el futuro, no sólo para mantenernos entretenidos en casa, también nos ayudan a aprender a hacer cosas que no sabíamos antes, como cocinar, o acompañarnos si vivimos solos. Si bien estas plataformas están constantemente creciendo, esta vez la demanda las superó muy rápido, ya que no fue un solo país el que declaró la cuarentena, sino muchos a la vez.
¿Cómo lidiar con ello? La solución es simple: reducir ligeramente la calidad de imagen puede reducir notablemente la cantidad de recursos de red y de servidores. Es una medida paliativa de carácter temporal, mientras se va implementando más infraestructura, que incluye centros de datos más grandes, adecuadamente electrificados, protegidos ante fallas y daños materiales, redes de comunicación por fibra óptica, mejores equipos de comunicación, e incluso se está proponiendo nuevas formas de comunicación más eficientes. Hace tiempo se utiliza servidores descentralizados para atender la demanda según la ubicación geográfica. Hay que tener en cuenta que estas mejoras toman tiempo y cuestan mucho dinero, no es fácil hacerlas rápido cuando cada empresa, por más grande que sea, ya tenía un plan de crecimiento.
En una segunda ola, los servicios de conferencias y conversaciones en línea empiezan a tomar importancia. No es nada nuevo si consideramos que WhatsApp o FaceTime permiten hacer lo mismo, pero a una escala menor. Hoy Zoom, Meet, Teams, y otras plataformas de videoconferencia empiezan a aparecer en primeras planas, y muchos empezamos a ver que existía otra manera de hacer las cosas, y descubrir que podíamos adaptarnos a ellas. El teletrabajo y las clases online empiezan a tomar protagonismo y ser las siguientes consumidoras de redes y servidores.
Las ventas en línea, que no son algo nuevo, también han registrado un notable crecimiento, y si bien tienen una gran capacidad de cómputo e Internet necesarios para atender el crecimiento brusco, sus redes de distribución física son las que están colapsando. Esto muestra que la tecnología no puede resolver, por sí sola, algunas dificultades.
Algo que va a quedar como lección es que, una vez que nos deje la pandemia actual, algunas costumbres deberían cambiar. Sin importar nuestra edad, hemos aprendido a usar más la tecnología y tratar con las dificultades que representa este uso, hemos descubierto que las grandes plataformas de entretenimiento y educación no son infalibles, y que son más importantes la salud y educación que el funcionamiento continuo de algún servicio de entretenimiento en Internet.
En esta cuarentena hemos aprendido cómo contaminar menos el ambiente, y nos estamos adaptando a un modo de vida digital que pocas empresas e instituciones ya tenían hace tiempo, de las que podemos quedarnos con buenas ideas.