El vicerrector administrativo de nuestra casa de estudios nos cuenta los principales objetivos y metas planteadas durante su gestión, así como la adaptación que tuvo que afrontar la parte administrativa de la Universidad ante la pandemia del coronavirus para seguir operando con normalidad.
Ingresé a la Universidad el año 1977 y desde el primer momento se percibía una universidad ordenada, muy centrada en la enseñanza del pregrado, un campus agradable, con jardines bonitos. Por el lado humano, fue una gran experiencia conocer a muchas personas que venían de lugares y colegios diferentes, hice grandes amigos para toda la vida. Por el lado académico, los Estudios Generales Ciencias eran muy exigentes al igual que en la Facultad de Ciencias e Ingeniería, era una época de mucho estudio y compañerismo, tuve la oportunidad de tener muchos grupos de estudio y amigos de diferentes carreras.
Los profesores que tuve en la Universidad eran muy competentes en sus materias. En Estudios Generales Ciencias enseñaban con rigurosidad las matemáticas, la física y la química. Recuerdo al profesor Cervantes que enseñaba Complementos de Matemáticas Básicas que enseñaba con mucha claridad y los alumnos disputaban el ingreso al salón para ubicarse en las primeras filas. Posteriormente, en la Facultad de Ciencias e Ingeniería, los primeros semestres estaban a cargo de los profesores de ingeniería mecánica principalmente, como Jorge Rodríguez, Kurt Paulsen, Luis Cotaquispe, Víctor Girón, entre otros. Ellos enseñaban según la escuela dejada por los profesores holandeses que fundaron ingeniería mecánica y hacían magníficos cursos. Al final de la carrera se tenía los cursos de la especialidad y allí tuve también muy buenos profesores como César Acosta, a quien enseña en el ITAM de México, a Gerardo Salvador, Lucho Guerra, Jorge Pancorvo y por supuesto a Fernando Saavedra, que estuvo desde los inicios de la creación de la carrera.
Desde niño tenía muy clara la vocación hacia la ingeniería, por la influencia de mi padre que fue ingeniero civil de la antigua Escuela de Ingenieros que precedió a la UNI. En aquella época la ingeniería industrial era una rama de la ingeniería relativamente nueva en el país, con mucha flexibilidad y por ello la escogí por las amplias posibilidades de trabajo que tenía. En ese momento no pensé que acabaría haciendo una maestría y un doctorado en esa misma disciplina y menos que haría una carrera académica en la Universidad, todo ello fue un mundo nuevo que fui descubriendo durante mis años de estudios fuera del país en la PUC de Río de Janeiro.
A fines del 2018 un grupo importante de profesores representantes ante la Asamblea Universitaria se unieron para elaborar propuestas para la Universidad, dado el proceso electoral para el rectorado que se tendría el 2019. En la parte final de conformación de la lista de candidatos fui invitado a participar del equipo que ahora constituye el rectorado. Acepté participar con ellos porque compartía en gran medida la visión sobre el futuro de la Universidad y por el ánimo de continuar colaborando con la institución, tal como lo venía haciendo desde el Departamento de Ingeniería.
Los desafíos para el Vicerrectorado de Administración son múltiples en una universidad tan compleja como es hoy la PUCP debido a la expansión de las carreras, el rápido crecimiento de la investigación y las nuevas vinculaciones con el sector público y privado que se vienen dando en gran cantidad de proyectos de las unidades de la Universidad. A pesar de las grandes dificultades que ha ocasionado la pandemia para el país y para la universidad, al mismo tiempo ha permitido reconocer rápidamente que lo esencial en la Universidad, es una enseñanza de excelencia, es profundizar la investigación y es servir al país a través de sus empresas, de organizaciones diversas y del sector público. La pandemia ha acelerado la transformación tecnológica de la sociedad y, en ese sentido, es un doble desafío para el Vicerrectorado Administrativo soportar estos procesos con todos los recursos necesarios, de forma eficiente y en un contexto de cambio muy grande.
A raíz de la pandemia, todos los paradigmas de funcionamiento de la Universidad tuvieron que cambiar rápidamente y acomodar la gestión a un mundo de incertidumbre y a una nueva forma de planificar adaptativa que corresponda a la turbulencia del ambiente. El día que el Consejo Universitario aprobó el plan de funcionamiento de la universidad para el 2019 se decretó la pandemia a nivel mundial por la OMS. Es decir, al día siguiente de aprobado el plan ya era obsoleto. En la noche del día domingo 15 de marzo en que se decretó la cuarentena, todo el personal de la Dirección de Tecnologías de Información, recogía sus computadoras del campus para que los sistemas continúen funcionando y la universidad rápidamente se traslade a las casas de la comunidad y a las redes de telecomunicaciones. Tres semanas después, la Universidad estaba iniciando de manera masiva la educación a distancia, luego de días y noches de trabajo intenso de muchas personas de las unidades académicas y administrativas de la universidad. Estos son algunos ejemplos de la rapidez con que la universidad tuvo que actuar en todos los flancos para poder sobrellevar la situación.
Durante la pandemia ha habido un acercamiento muy grande del Vicerrectorado Administrativo a la comunidad. Se diseñó e implementó rápidamente el Fondo de Conectividad que a partir de abril distribuyó gratuitamente 5000 módems entre alumnos, profesores y personal administrativo. Esto permitió que se mantuviera el funcionamiento de la universidad. Luego, ante las dificultades económicas de los alumnos se diseñó el Fondo de Contingencia, que brindó apoyos en becas, reclasificaciones de escalas de pago y financiamiento de las boletas al 13.6% de los alumnos de la universidad. Fue un apoyo rápido y extraordinario con una visión de apoyo con equidad a los alumnos de la Universidad. Así, lecciones como estas de relacionamiento y atención a las necesidades y expectativas de la comunidad universitaria marcarán la gestión del Vicerrectorado Académico.
La pandemia ha demostrado que la Universidad es una institución sólida en muchos aspectos, pues sus grandes capacidades se han hecho presentes para que el barquito que está en el escudo de nuestra alma mater siga navegando en aguas movidas y, al mismo tiempo, se transforme la Universidad de manera muy rápida. También, se han hecho explícitos los grandes valores de la Universidad, tales como la búsqueda de la excelencia académica, el compromiso con la investigación de calidad y con el presente y futuro del país. Así, aún en medio de la pandemia la Universidad ha colaborado con universidades públicas en la implementación de la educación a distancia, los investigadores de diversas áreas han continuado su labor y la sociedad ha podido recibir los aportes de la universidad en materia de investigación e innovación.